El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión repentina en el cerebro. Se caracteriza por su aparición brusca y por el conjunto variado de secuelas que presenta según el área del cerebro lesionada y la gravedad del daño. Estas secuelas provocan anomalías en la percepción, alteraciones físicas, cognitivas y emocionales.

La principal causa de daño cerebral es el ictus, seguida de los traumatismos craneoencefálicos y enfermedades como las anoxias, los tumores cerebrales o las infecciones. Los ictus, también llamados accidentes cerebrovasculares (ACVs), se producen por la interrupción repentina del flujo sanguíneo en una zona del cerebro. El 44% de las personas que sobreviven a un ictus desarrollan discapacidad grave por el daño resultante.

Cuando el origen de la lesión cerebral es un golpe, hablamos de traumatismo craneoencefálico (TCE). Muchos de los traumatismos craneoencefálicos que causan daño cerebral se producen por un accidente de tráfico. Otras situaciones que pueden provocar un TCE son los accidentes laborales, las caídas o las agresiones físicas.

Según las áreas de rehabilitación que las trabajan, las secuelas del daño cerebral pueden clasificarse en siete grandes áreas: nivel de alerta, control motor, recepción de información, comunicación, cognición, emociones y actividades de la vida diaria.

Factores de riesgo y prevención

Las dos causas principales de Daño Cerebral Adquirido son los ictus y los traumatismos craneoencefálicos. El carácter sobrevenido del daño cerebral provoca que, repentinamente, se trunquen proyectos de vida a nivel personal y familiar. Sin embargo, gran parte de los daños cerebrales podrían evitarse teniendo en cuenta sus factores de riesgo y tomando medidas preventivas.

En el caso de los ictus, principal causa de daño cerebral, nadie está libre de poder sufrir uno. Prevenir el ictus pasa por adoptar hábitos de vida saludables que eviten factores de riesgo como el estrés, la obesidad o la hipertensión. Las principales claves para evitar los accidentes cerebrovasculares son: mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio con regularidad, evitar el tabaquismo y el consumo de drogas y limitar el consumo de alcohol. Aunque a medida que nos hacemos mayores nuestro cuerpo sufre más desgaste y tenemos mayor probabilidad de tener un ictus, vivir acorde a estas medidas de prevención nos ayudará a reducir las probabilidades de ACV también a largo plazo.

Por otro lado, se estima que el 70% de los traumatismos craneoencefálicos que provocan daño cerebral se dan a consecuencia de accidentes de tráfico. En nuestro país gran parte de estos accidentes tienen causas relacionadas con el exceso de velocidad y la conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas. Para evitar los accidentes de tráfico resulta de vital importancia seguir las normas de prevención vial: usar el cinturón de seguridad, conducir dentro de los límites de la vía, cumplir las normas de circulación, usar el casco en los vehículos de dos ruedas y jamás conducir bajo los efectos de estupefacientes son acciones que reducirán en gran medida los riesgos de un accidente de tráfico y, en consecuencia, del daño cerebral.

Tomado de www.fedace.org